La revolución cuántica produjo un inevitable cambio en la visión del mundo y demostró que nosotros y todo lo que está a nuestro alrededor está inmerso e interconectado en un infinito campo cuántico, por lo tanto, la recuperación de la salud no puede estar ajena a ello.
Hace un siglo los científicos avanzaron vertiginosamente en el conocimiento de la estructura de la materia, hasta llegar a desentrañar la constitución y conducta del átomo para llegar al comportamiento de las partículas fundamentales.
Trabajos de investigación realizados por grandes físicos como H. Frholich (desarrollo de sistemas de bombeo de energía), Fritz Popp (descubrimiento de biofotones a nivel de membrana celular), Illia Prigogine (desarrollo de la entropía en sistemas vivos y no vivos), más experiencias realizadas en Estados Unidos, Ucrania y Rusia permitieron desarrollar la tecnología del SISTEMA DE TRANSFERENCIA DE CAMPOS ULTRASUTILES (STCU).
La incorporación de este sistema en el diario trato con los enfermos portadores de distintas patologías, nos permitió comprender al paciente como una unidad funcional logrando con ello llegar a lo mas profundo de su ser.
A cada momento observamos con mayor asombro, que las agresiones constantes que sufre el hombre a través de las exigencias sociales y emocionales de su ecosistema, afectan y alteran las funciones de su cuerpo tanto como los agentes externos (por ej. la alimentación).
Todo ello, nos hizo destacar la importancia de los estudios realizados sobre el mecanismo de los neurotransmisores, que actúan en nuestro cuerpo como "moléculas comunicantes" tocando la vida misma de la célula.
Así es que comprendemos la "enfermedad" como una disfunción que el médico analizará en forma global y no determinista.
A través del STCU logramos resolver los problemas funcionales, mediante un reordenamiento espacial de las partículas subatómicas cuyo desorden es consecuencia de las distintas disfunciones.
El sistema genera un orden a partir de la emisión de campos interactivos, luego el organismo se faculta y encuentra su propio mecanismo de defensa. El sistema es una configuración de sensores-emisores de campos ultrasutiles capaces de transformar funciones alteradas, sin contacto directo ni agresión corporal alguna.
El paciente es ubicado en una camilla, que está conectado al sistema, debiendo ser el médico, previo diagnóstico, quien aplicará la técnica adecuada a cada patología.
Será tarea del profesional analizar el real origen de la enfermedad considerando siempre al enfermo en su totalidad y tratando de "aprehender" su estructura básica de personalidad, objetivos, proyectos, sentido de vida, alimentación, duelos, relaciones laborales y familiares.
El sistema es un elemento importante (complementario) en el área de clínica médica o sea que no es excluyente de otros tratamientos convencionales.
Desde el momento en que el paciente se acuesta en la camilla el sistema generará e intercambiará con él los campos ultrasutiles (funciones primarias del propio organismo) modificando la condición de caos con tendencia a la alta entropía y/o la tendencia a la inercia.
Su aplicación modificará las alteraciones provocadas a nivel de las cargas polares en las células, normalizando el flujo informático de las mismas a través de la membrana celular con adecuación del caudal de biofotones, los que se encargaran de dar energía para reestablecer el valor de las células reactivandose la memoria funcional.
Ello significa que el sistema no transfiere energía sino que interactúa muy sutilmente con la materia, por ello la corrección también será útil a nivel de las funciones biológicas y metabólicas del organismo.
A través de este orden definido con dirección y sentido, se provocará una migración de información por afinidad entre las respectivas estructuras atómicas rompiendo el desequilibrio emocional.
Su aplicación no provoca efectos secundarios ni tiene contraindicaciones, habiéndose demostrado en trabajos de investigación realizadas en entidades publicas y privadas, alta eficiencia y un 100 % de seguridad. No es iatrogénico ni invasivo.
El sistema no emite radiaciones ionizantes y no ionizantes, ni presenta limitaciones de edad, se aplica en patologías tales como: artrosis, artritis reumatoidea, psoriasis, pie diabético, úlceras venosas, dispepsias gastrointestinales, hipertrofia prostática benigna, cistitis, alteraciones funcionales ginecológicas, accidentes cerebro vascular, hernias discales, osteoporosis, traumatismos osteoarticulares (tendinitis, contracturas, entorsis, lesiones musculares, etc).
En síntesis, el desarrollo del STCU permite al hombre acceder a una mejor calidad de vida, desarrollándose en armonía consigo mismo y con el entorno, potencializando sus condiciones naturales más aptas para resolver eficazmente las circunstancias que hacen a su diario existir.